Los redactores de INFORMACIÓN están trabajando desde sus casas desde el decreto del estado de alarma.
Los redactores de INFORMACIÓN están trabajando desde sus casas desde el decreto del estado de alarma.

«Del teléfono al ordenador. Así se puede resumir mi rutina desde que la pandemia de coronavirus nos envió a los periodistas a trabajar desde casa. Diez años llevo escribiendo sobre la sanidad alicantina y jamás pensé vivir una distopía semejante. Hospitales de campaña, hoteles medicalizados, UCIs al borde del colapso y médicos a los que conoces personalmente atacados por este enemigo invisible.

«Jamás pensé vivir una distopía semejante: hospitales de campaña, hoteles medicalizados, UCIs al límite…»

A la avalancha de datos y de información que gestionar en un momento como este se suma la dificultad de hacerlo a distancia, de batallar con ese gusanillo que te haría meterte de cabeza en un hospital para ver de primera mano como están las cosas. Por responsabilidad -tengo una madre mayor y enferma a la que atender- no lo puedo hacer. Así que desde mi casa trato de bajar cada día al fondo de este momento histórico hablando con los que están en primera línea, con los médicos, los enfermeros, los pacientes… Hoy tenemos unas tecnologías que nos lo permiten, pero la tarea no es sencilla.

Y es que si un mito se ha caído, ese es el del teletrabajo. Sobre todo si lo tienes que compaginar con una niña de cinco años. La tele se ha convertido, muy a mi pesar, en la mejor aliada, aunque no siempre las cosas salen como quiero y Julia ya me ha sacado los colores al entrar en directo a una rueda de prensa. Gajes del oficio en tiempos de Covid-19».

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